jueves, 9 de enero de 2014

Una burbuja televisada

Es triste, pero el cartel de “no hay entradas” no es algo habitual en la liga española. Los datos lo explican, y es que nuestro fútbol es el más caro de Europa.



Algunos de los hechos que muchos todavía no se explican en torno al precio del fútbol en España son:
  • Con la segunda tasa de paro más alta de Europa, el precio del fútbol no ha bajado a pesar de que el poder adquisitivo de los españoles está muy por debajo de países como Alemania o Inglaterra
  • Las entradas son caras teniendo en cuenta además los pésimos horarios en los que se disputan los encuentros: partidos los domingos a las 21.00 o los lunes a las 22.00 
  • Las instalaciones que rodean a este espectáculo tales como aparcamientos, instalaciones del estadio, las temperaturas extremas que muchos aficionados han de soportar tanto en invierno como en verano…. Los precios no responden a la comodidad del que los paga
  • El futbol televisado: por 25 euros al mes un aficionado puede ver todos los partidos de primera división, parte de segunda, y ligas internacionales… el aficionado prefiere quedarse en casa.
El sistema de precios español se fundamenta en sacar el máximo provecho a la fuerte demanda que este deporte tiene entre los españoles. Vender muy caro para sacar un mayor beneficio. Hasta hoy, el sistema funcionaba. El fútbol es caro, pero la gente lo paga. Sin embargo, desde el 2008 la entrada media en los estadios no ha hecho más que disminuir, y es que cuando faltan los recursos, la gente abandona los lujos. Pero ¿ha de ser el fútbol un lujo?

A las televisiones parece gustarles la idea. Los clubes se han vendido a ellas. Son estas unas de sus principales fuentes de ingresos, y por lo tanto, lo que la televisión pide se cumple, más allá de que sus peticiones supongan resultados desfavorables para el socio que jornada tras jornada paga para ver a su equipo en directo.

La hora, la imponen las televisiones, pero ¿y el precio de las entradas? Dos grandes compañías –Mediapro y Prisa- han invertido mucho dinero para controlar los derechos del fútbol, y esa inversión solo la recuperarán con televidentes. Si los clubes dependen tanto del dinero de las televisiones, estos podrían estar dispuestos a vender su poder para decidir el precio de las entradas. Solo algo así explicaría que los equipos no modifiquen su política de precios, ante el evidente descenso de la asistencia a los campos. 


Es al final, cuando las entidades necesitan todo el apoyo posible para conseguir sus metas, cuando las entradas adquieren precios populares.  Porque la tele necesita clubes, y no puede permitir que estos caigan.


El ambiente que se vive en las últimas jornadas en los campos, no debería ser noticia. El fútbol no puede separarse de su afición, y por lo tanto, de la realidad. La temporada que viene, equipos y televisiones deberán replantearse hasta donde tienen pensado apretar al hincha. Los buenos tiempos se han acabado, y hasta que no sean capaces de reconocerlo, las gradas seguirán siendo el reflejo de unas entidades que aún no han comprendido que su fuerza se encuentra en el apoyo de su afición, y no en su cada vez más peligrosa habilidad por tensar una cuerda, que amenaza con romperse.


Guillermo Barreiro

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